10.30 Salida de Cuatro Caminos (esquina
Raimundo Fernández Villaverde y Artistas)
10.40-11.30: Trayecto por paseo de la
Dirección, avenida de Asturias, Sinesio Delgado, Cuatro Torres (+1) de la
Castellana, Operación Chamartín.
11.30 Parada en Huerto comunitario Manoteras,
en Hortaleza (calle Roquetas esquina con Cuevas de Almanzora)
11.50-12.15 Trayecto por el sureste: la
Peineta, Cañada Real, PAU de Los Cerros, Ahijones y Berrocales
12.30 Parada en San Fermín: Parque Lineal del
Manzanares, Caja Mágica, Albergue de San Fermín.
12.50 Trayecto por Villaverde: el Cuartel de
Ingenieros y la Nave Torroja-Boetticher (breve parada).
13.00 Parada en Colonia Experimental
(Villaverde Alto).
13.40 Trayecto hasta Campamento (cuarteles y
campos de maniobras).
14.00 Parada en metro ligero Ciudad de la
Imagen y recorrido a pie hasta Colonia Jardín-Casa de Campo. Comida y final de
trayecto.
El inicio es en la glorieta de Cuatro Caminos,
en cuyas inmediaciones se culminó el proyecto especulativo que demolió y
recalificó la parcela de las antiguas cocheras de Valderribas, la misma amenaza
que pesa sobre el valiosísimo edificio de las cocheras de Reina Victoria.
Bordeamos el distrito por el oeste para
recorrer el paseo de la Dirección, un ejemplo trágicamente novedoso de cesión a
un privado de la gestión de planeamiento (¡un plan parcial de reforma interior
privatizado!) y que trae de cabeza a los habitantes del barrio. Los cambios de
“expectativas de beneficio” del gestor privado –Dragados (ACS) - han forzado
diversas modificaciones del plan (y el retraso en la edificación de las
viviendas de realojo), que choca con el objetivo vecinal de un plan pensado para
el interés general y la rehabilitación del barrio, no para el beneficio y la
codicia del adjudicatario. Algo que pone en duda de que el aprovechamiento
final sea para sus actuales habitantes, que sufren derribos y obras
interminables mientras ven amenazada una zona que podría ser un privilegiado
balcón hacia el oeste, pero está convertida en un problema irresoluble.
Desde ahí, desembocamos en la avenida de
Asturias, cuyo mercadillo dominical es un ejemplo de interacción entre el
comercio y el vecindario, una alternativa real a otras formas de concentración
comercial abusiva. La avenida de Asturias está formada en buena parte por
viviendas afectadas por uno de los casos más contestados de los últimos años:
la venta de pisos públicos -en este caso, del IVIMA- a fondos buitre y sus
repercusiones sociales sobre el vecindario.
El acceso por Sinesio Delgado a las Cuatro
Torres de la Castellana es un salto a una ciudad diferente: aquella que sobre
los pelotazos urbanísticos y especulativos edifica la desigualdad social de la
versión más actualizada del capitalismo salvaje. Una ciudad voraz e implacable
que busca extenderse no solo hacia arriba, con la nueva torre aprobada a Villar
Mir, sino hacia el otro lado de la Castellana y hacia el norte para formar una
ciudad segregada, una ciudad de negocios y financiera, de alto standing, en la
llamada Operación Chamartín, adaptada a la medida de las necesidades contables
y financieras de su mayor promotor, el BBVA. El Ayuntamiento entrega unos
suelos mayoritariamente públicos (Adif, Canal de Isabel II, EMT) al mejor
postor y le prepara la alfombra roja del gasto público y las modificaciones de
planeamiento necesarias para el negocio. El boom de la construcción redivivo.
Pero la codiciada ciudad financiera, la marca
de una ciudad que busca su espejo en las grandes metrópolis insostenibles de
todo el mundo, da paso a la ciudad realmente habitada. En Hortaleza, cuyos
vecinos de la UVA esperan desde hace lustros una solución a sus infraviviendas,
el vecindario se organiza para sacar de la nada o de la especulación espacios
de convivencia y planes reales para abordar los problemas del distrito. El
huerto comunitario de Manoteras es un ejemplo de ello, y es solo una muestra
del potente tejido vecinal que está cambiando las cosas en un distrito que
nació con un marcado tinte de segregación social y territorial, un distrito
residencial para mano de obra barata que se rebela a su destino.
Tomar la M-40 para llegar a San Fermín implica
pasar por las inmediaciones de varios espacios significativos. Primero por la
Peineta, cuyo acceso por metro, la estación Estadio Olímpico, da cuenta del
fracaso del proyecto megalómano y desvinculado de la realidad que inició
Gallardón y continuó Botella. Buscando una integración en la ciudad, se ha convertido
en parte de la operación especulativa Mahou-Calderón y, finalmente, acompañado
de su vecino el Parque Acuático, en un sumidero sin sentido de recursos
públicos.
Más al sur y más al este, la Cañada Real,
símbolo del desequilibrio social y del desentendimiento de las administraciones
durante décadas que ha dado lugar a una compleja situación. Lindando con la
Cañada, los PAU de Los Cerros, Los Ahijones, Los Berrocales y Valdecarros,
símbolo del fracaso del Plan General de 1997 y de la apuesta suicida por el
crecimiento ilimitado que infló la burbuja inmobiliaria. Cerca de 100.000
viviendas previstas en la llamada Estrategia del Sureste que nunca llegaron a
levantarse, aunque el territorio sí ha sufrido la herida del comienzo de las
obras de urbanización, truncadas por el colapso inmobiliario y por la anulación
del Plan de 1997 que desprotegía indebidamente los suelos que protegía el Plan
de 1985. Ahora queda resolver este desastre y decidir colectivamente qué hacer
con estos paisajes, devastados unos y aún valiosos otros.
Aún más al sur, el incompleto Parque Lineal del
Manzanares se presenta con luces y con sombras. Solo parcialmente intervenido,
inacabado en su idea original y discutido no tanto por lo que es, sino por lo
que representa de oportunidad perdida y “obra sobre plano”, decente a la vista
pero poco relacionada con las necesidades de su entorno inmediato. Es el acceso
más amable al barrio de San Fermín, un islote tradicionalmente abandonado por
la administración cuyo desarrollo y mejoras debe más a su comprometido tejido
vecinal que a la voluntad política. En él conviven, frente a frente, el
Albergue de San Fermín (un proyecto comunitario gestionado por los vecinos, que
lo obtuvieron del Ayuntamiento tras años de luchas y denuncias por el abandono
del barrio y de su vecindario) y la Caja Mágica, uno de los ejemplos más
tristes de un urbanismo banal y depredador de recursos públicos y fallido,
puesto que no es capaz de entrar en relación con su entorno ni es capaz,
siquiera, de convertirse en un proyecto rentable. Las dos caras de San Fermín,
el vecindario tradicionalmente empobrecido -marcado por desahucios y ventas de
pisos de la EMVS a fondos buuitre- y el nuevo vecindario atraído por los
procesos de nueva urbanización, conviven en la incomprensión de la costosa
infraestructura que les vuelve la espalda y les niega su uso.
En Villaverde, años de luchas vecinales, como el Movimiento por la
Dignidad del Sur, han conseguido compromisos e inversiones en los barrios del
distrito desde la administración local y autonómica. Pero esos compromisos se
han traducido, demasiado frecuentemente, en incumplimientos por parte de las administraciones. Una
trayectoria de abandonos y olvidos de las necesidades del distrito: de estar
incluido en la ciudad de Madrid, de la que forma parte, de atención a las
múltiples necesidades y déficits que tienen sus vecinos, y que ya se
arrastraban antes del empobrecimiento de la crisis actual. La exclusión de los
procesos urbanos, la segregación territorial y la concentración de problemas
sociales son mucho más que una sensación, son un hecho objetivo, tal como
muestran diferentes indicadores socioeconómicos, muy por debajo de la media de
la ciudad.
El incumplimiento más reciente es la operación que afecta a las
parcelas del Cuartel de Ingenieros, cuya salida al mercado libre pasa por
encima incluso de las propias condiciones de venta acordadas por su anterior
propietario, el Ministerio de Defensa.
La Nave Torroja-Boetticher, parcialmente rehabilitada, ha sido
reiteradamente objeto de inauguraciones desde el año 2007. El proyecto de
“catedral de las nuevas tecnologías” está varado porque el objetivo
“regenerador” del edificio pasa por su entrega a un mercado que no manifiesta,
hasta hoy, mayor interés por la ganga, un interés que sí tienen los vecinos y
vecinas, con quienes, por el contrario, no se ha contado para pensar y decidir
el uso de este edificio histórico.
Las amenazas sobre este vecindario abandonado por la administración se
expresan particularmente en el caso de la Colonia Experimental, donde tanto
Comunidad de Madrid, que estafó a sus inquilinos, como Ayuntamiento, que hace
oídos sordos, incumplen las obligaciones de rehabilitar unas viviendas en
estado crítico donde habita un millar de personas.
Tomando la A-5 desde la M-40 comenzamos a
divisar los antiguos cuarteles de Campamento, que, junto a los antiguos campos
de maniobras, forman la mayor extensión de suelo público del municipio. Unos
suelos incluidos en la Operación Campamento, en los que en lugar de responder a
las necesidades largamente reivindicadas por las vecinas (construir un
hospital, equipamientos para mayores, escuelas infantiles, vivienda pública en
alquiler), se prevé la construcción de hasta 22.000 viviendas. El pinchazo de
la burbuja en 2007 y los reveses judiciales hundieron las expectativas de
negocio, que ahora tratan de reavivarse al calor del interés del magnate chino
Wang Jianlin en desarrollar la operación, negociando en secreto la compra de
los terrenos públicos (previsiblemente a bajo precio), y reorientando la
operación hacia la vivienda de lujo y el ocio, con las demagógicas promesas de
empleos. Por ejemplo, la propuesta estrella del parque acuático apenas crearía
200 precarios empleos, frente a los 2.400 que se crearían con la creación de un
hospital de mediano tamaño.
La alternativa vecinal y ecologista es clara:
reformular la Operación a partir del debate público y la participación
ciudadana, sin oscurantismo ni pelotazos. Un Corredor Ecológico a salvo de la
urbanización en los campos de maniobras (ya protegidos en 1985 y desprotegidos
indebidamente en 1997 como ha señalado el Tribunal Supremo en varias
sentencias), y la zona de los cuarteles destinada a los usos de interés social
que llevan décadas reclamándose.
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